Revista "La Mandrágora" – IES los Albares

…y sin embargo, ocurrió

 

Manuel Martínez Morote (profesor de Geografía e Historia)

Cuando este miércoles cinco de marzo, María, diligente directora de La Mandrágora, publique este artículo, se habrán cumplido 92 años desde la victoria electoral del partido nazi en la Alemania de la República de Weimar. Camino de un siglo del ascenso al poder por parte de la vileza más execrable, desde dentro de la democracia, utilizando los recursos estatales, exaltando la irracionalidad y falseando la historia, exacerbando las fobias del nacionalismo, insuflando pangermanismo como solución a la miseria mientras las SA intimidaban a los contrarios a base de abrir cabezas y reventar la campaña electoral; así ocurrió en el discurso del excanciller alemán Heinrich Brüning, que tuvo que buscar protección policial. La nación inventada por encima de todo y de todos, el Reich y el Führer como parte indisoluble del mismo darwinismo social; reduccionismo biológico que abrazaron más de 17 millones de alemanes en las elecciones federales, casi el 44% de los votantes de aquella jornada, un total de 288 escaños.

Hace ya casi cien años en donde el gobierno, también ya sucumbido en aquella vorágine insaciable, prohibió concentraciones de comunistas y socialdemócratas, argumentando conspiraciones que nunca existieron ni se demostraron, subrayando la necesidad vital que para algunos constituía la violencia, separando a los que consideraban auténticos alemanes de los traidores.  Casi cien años de aquellas mentiras tornadas en discursos incendiarios destinados a un pueblo en crisis, un afán de revancha primaria respecto al Tratado de Versalles que había sellado la humillación de Alemania tras la Gran Guerra. Casi un siglo de los despreciables intereses económicos de los grandes industriales y banqueros, casi cien años del inicio de esa perdición que acabó con 60 millones de muertos; vidas arrebatadas que algunos estudios elevan hasta los 100 millones.

Millones de muertos que no fueron estimados durante la campaña electoral del 33. Tragedias que se extendieron por el mundo. Democracias en formación de los años veinte y treinta del siglo pasado que tuvieron miedo y no asumieron el mandato de la libertad y su respuesta fue la vergonzante política de apaciguamiento. Lo hicieron cuando ya Hitler había escrito ese decálogo de la infamia y el odio que fue y es el “Mein Kampf”, cuando ya se conocía su cosmovisión de Alemania, la “Weltanschauung”, antisemita e imperialista, encaminada a conseguir el espacio vital que la raza dominante, la aria, reclamaba; Lebensraum que ansiaba fronteras lejanas a Berlín. Lo intentaron apaciguar con la falsedad de la política de no intervención en la Guerra Civil Española, que condenó a la democracia de la Segunda República;lo llevaron a cabo con la indolencia en la anexión de Austria y de la región de los Sudetes; lo hicieron los millones de votantes que glorificaron a un individuo que en 1923 intentó un golpe de estado, el Putsch de Múnich, y que al año siguiente fue condenado a cinco años de prisión; y  también lo hizo el Zentrum, partido católico alemán, cuando sus 74 diputados,  junto a los 52 del DNVP, otorgaron la mayoría absoluta al tal Adolf Hitler. Parece un relato imposible y sin embargo, ocurrió.

Cosas del azar, el mismo día de las elecciones federales del 5 de marzo pero 62 años antes, en 1871, nacía en Zamosc, Polonia, Rosa Luxemburgo. Rosa, de origen judío, se formó en la Universidad de Zúrich, y dedicó su vida a la lucha para la consecución de la igualdad. Fue una de las mujeres precursoras en exigir el sufragio femenino y de plantear la necesidad de que las mujeres participaran activamente en la vida política, y postulaba que las mujeres tenían que posicionarse en contra de la guerra. En 1910, se reunió en Copenhague con más de 100 mujeres llegadas de 17 países, y allí se decidió entonces, que el 8 de marzo habría de ser el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Se hizo como reconocimiento a las 129 obreras de la fábrica de TriangleWaits Co, en la ciudad de New York , que murieron carbonizadas tras encerrarse para exigir jornadas de trabajo que no superaran las diez horas y salarios dignos.

Durante la huelga general de 1919 en Alemania, el presidente socialdemócrata Friedrich Ebert encargó al ejército y a los Freikorps la represión de la misma. Estos últimos eran grupos paramilitares, protonazis. El 15 de enero de 1919, Rosa fue detenida, junto a Karl Liebknecht. Fueron torturados y apaleados por los Freikorps. A Rosa, un paramilitar le destrozó el cráneo con la culata de su fusil. Sangrando, metieron su cuerpo en un automóvil que la trasladó hasta el canal Landwehr, en Berlín, y allí la arrojaron sin piedad alguna, con menos compasión de laque tienen las bestias de todas las pesadillas. Cuatro meses después, el agua expulsó un cuerpo que pensaron era el de Rosa por un guante que conservaba. La lucha por la igualdad y la libertad no fue cosa de cobardes, sino de personas imponentes que nunca admitieron las injusticias como algo irremediable.

“Quien no se mueve, no siente las cadenas”

Rosa Luxemburgo

 

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