Revista "La Mandrágora" – IES los Albares

Reflexión sobre la utilidad de la literatura: Entre líneas, el Alma

 

Claudia Lucas (1º Bachillerato A)

Y es que, ¿ cuántas veces nosotros, los jóvenes, le habremos dicho a nuestros profesores: “¿esto para qué me sirve a mí?” o “a ver para qué quiero estudiar yo a un tío de hace 400 años”, basándonos en la creencia de la inutilidad de la dichosa literatura. Yo, como estudiante de 1° de Bachillerato, no me escapo de haber dicho algo así más de una vez y, por supuesto, de pensarlo.

Pero, de una manera u otra, mi percepción cambió tras esa clase de lengua, una simple clase más, pero que fue un tanto distinta, cosa que le agradezco profundamente a mi profesora, ya que gracias a lo que me enseñó esa mañana y a mi posterior reflexión al llegar a casa, me veo totalmente preparada y dispuesta a plasmar mi opinión, la cual iré desarrollando sobre este papel o pantalla donde estás leyendo, respaldada por distintos argumentos.

Para comenzar, es imposible negar que la literatura es arte. Es un arte que nos permitía y nos permite explorar más a fondo nuestra imaginación, nuestros sentimientos, materializar nuestras ideas, expandir nuestros horizontes y comprender los de los demás. Una de las cosas que comenté en clase giraba en torno a que es una lástima que poco a poco las personas, como sociedad, vayamos perdiendo esa costumbre de expresar nuestros sentimientos, no solo por medio de la literatura, sino en general. Por ejemplo, cada vez nos cuesta más decirle a
nuestra pareja o a nuestros amigos más cercanos qué es aquello que nos hiere, aquello que anhelamos o simplemente lo que pensamos, sobre todo cuando una cantidad considerable de personas piensan lo contrario a nuestras creencias.

La mayoría de estas situaciones son guiadas por el miedo a que nos juzguen o a sentirnos vulnerables. Pero esto es justamente a lo que se enfrentaban la mayoría de los escritores de antaño, cuando solamente contaban con su silencio, su papel y su pluma. Estos se encontraban en un ambiente mil veces más rígido y estricto que el de hoy en día, rodeados de ideologías censoras  y, aún así, recurrían a esta manera de reivindicarse y soltarse.

Por otra parte, es comprensible que no a todo el mundo le guste el rollo de escribir  poesía o algo relacionado, y oye, no pasa nada. Afortunadamente, contamos con múltiples formas de escritura. Hay quien escribe una historia desencadenada por una nube de ideas y se vuelve viral, o quien tan solo se escribe a sí mismo como fuga de escape para esos pensamientos intrusivos. Puedo asegurar que es uno de los grandes poderes de la escritura.

Sin embargo, volviendo al tema principal, una de los aspectos que no se me puede pasar por alto aquí es manifestar mi queja, no a la literatura, pero sí a cómo es enseñada. Me parece indignante que, con todos los nuevos avances que nos rodean hasta el día de hoy, el nefasto sistema educativo que tenemos todavía nos haga recordar fechas y nombres (entre otra mucha información irrelevante) únicamente con el fin de soltarlo en un papel sin más. ¿Por qué opino esto? Porque al mes ni siquiera te acuerdas de lo que escribiste. Vaya una pena.

Esta enseñanza rígida puede convertir una tarea apasionante en algo aburridísimo. ¿Dónde está ahí el conectar emocionalmente con el escritor? ¿Dónde está esa oportunidad que nos brinda la literatura de adentrarnos en las distintas épocas de nuestra historia? ¿Dónde está ese despertar por el interés de las nuevas generaciones? No sé si te lo habrán dicho antes, pero realmente está en cada uno de nosotros y nosotras, porque ni tú ni yo deberíamos dejar que los que hacen las leyes así nos paren los pies a la hora de culturizarnos y adquirir conocimientos tan
enriquecedores.

Por lo tanto, me gustaría ir terminando con una serie de propuestas que, a mi parecer, podrían tener un gran impacto en la utilidad que le damos hoy en día a la literatura. ¿Qué hay de los debates? Estos serían un buen camino para hacer que la literatura se sienta relevante y útil, en los debates se podrían relacionar los temas literarios con dilemas o experiencias actuales, de manera que impacte a los estudiantes y les haga recordar mejor lo aprendido.

Otra gran idea que leí hace no mucho fue las adaptaciones creativas. Por si no sabes a lo que me refiero con este término, a continuación te lo explico: consisten en pedirnos a los estudiantes que adaptemos una obra literaria a otro formato, como un cómic o una canción. Funciona porque, para poder reflejar esa realidad escrita de otro modo, se necesita una comprensión profunda de la obra y del contexto en el que se ubica. Además, se podría hacer la actividad más memorable con la implementación de un reparto de ideas en grupo, de las nuevas tecnologías u otras habilidades artísticas.

Creo que son maneras mucho más prácticas a la hora de evaluar e inculcar saberes pero, a la espera estamos muchos de que sea algo así y no tanto folio y ¡ale!, a explayarse sobre temas del siglo XII. Termino mi reflexión con esta cita del luminoso escritor Benito Taibo, la cual leí hace poco en redes sociales: “¿Para qué sirve la literatura? Y yo contesto a través de la boca de Borges, ¿para qué sirven los amaneceres? Y la literatura sirve exactamente para lo que sirven los amaneceres, para nada aparentemente, pero para iluminar al mundo. Iluminar al mundo es un chingo.”

Gracias por leer.

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