José Luis Tudela, año viejo (profesor de Griego y Latín)
Retos, retos.
Palabrita del siglo veintiuno: reto. Vivimos rodeados de retos, desbordados de gentes que se proponen cosas, gente que se hace reto encima continuamente, sobre todo en ese tránsito de un año a otro que marcamos en la noche birriosa y desvencijada del treinta y uno de diciembre. Voy a dejar de fumar, dice una (esto es un clásico); adelgazaré por fin, propone otro (más clásico, formulado en una fecha un tanto inconveniente: ¿es posible que haya encogido toda la ropa?); mataré por fin a mis cuñadas, suelta el pobrecito Cupido, que no sabe en qué se está metiendo. Y yo no voy a ser menos, por supuesto. Tengo para este 2025, como para el denostado 2030, buenas intenciones, buenas, o simplemente intenciones, aunque depende de quién lo mire, como el vidrio de Campoamor.
Una vez comenzado y bien calibrado el año, me dispongo a desgranar los propósitos, es decir,retos que me he propuesto, modestamente. Parecen los mismos de todos los años, aunque hay alguna novedad interesante; incluso habría que hablar más bien de despropósitos, pero eso hay de dejarlo para otro año, según transcurra éste. Veamos:
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
9.
10.
Y 11.Escribir mejor, que no quiere decir dejar de ofender con las palabras (esto vendrá solo), ni mejorar la letra avant la lettre. Menos caligrafía y más cartografía. Fuera birrias, como este artículo. Si han conseguido aguantar la lectura hasta aquí, enhorabuena.
Retos y birrias, y homicidio de cuñadas.
No les canso más. El próximo año podríamos hablar sobre las expectativas que se han cumplido, y algunos despropósitos para el siguiente.